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MANIFIESTO PREVENCIÓN DE SUICIDIO

El suicidio es el drama vital más silencioso, es el drama vital más silenciado. Cada año se lleva la vida de más de un millón de personas en el mundo. En nuestro país las últimas estadísticas de 2021 nos hablan de casi 4.000 muertes oficiales por suicidio, y son cifras infraestimadas. Sabemos que la realidad que deja a miles de familias a nuestro alrededor rotas de dolor es mucho, muchísimo mayor. Muertes que, en muchos casos, pueden prevenirse y evitarse.

A esto añadimos las cifras, no recogidas en las estadísticas, de las tentativas, de los intentos no consumados de personas que han perdido las ganas de vivir, que no encuentran sentido o esperanza para continuar, ni una salida a las difíciles situaciones que viven. Y sumamos además los miles y miles de personas que son convivientes, que están a su lado y que también sufren por todo ello; acompañantes cercanos que  observan impotentes el dolor y el vacío vital de sus seres queridos. Sufrimiento que, también en muchos casos, es prevenible y evitable.

No podemos determinar las cifras exactas, pero sí sabemos lo que más importa; que cada trágica pérdida de vida supone un profundo impacto vital para muchas personas, porque esta realidad es un auténtico drama humano individual y colectivo, para quien lo lleva a cabo y para su entorno más cercano; al tiempo que nos cuestiona a todos como miembros de un mismo grupo social.

Cualquiera de nosotros, como seres humanos, somos vulnerables, sensibles al sufrimiento. Cualquiera de  nosotros en determinadas circunstancias, podemos caer en  el desaliento, la indefensión, el miedo, la tristeza profunda o la culpa. Cualquiera de nosotros, ante situaciones adversas que supongan un dolor emocional intenso, vivido como intolerable y aparentemente interminable podemos perder el sentido y las ganas de vivir. Aceptar y entender esta vulnerabilidad, ser capaces de pedir ayuda, dejarnos ayudar, y dar apoyo real, nos puede dar la oportunidad de salir de esa oscuridad y de encontrar otros caminos en la vida.

Para esto necesitamos la implicación y el compromiso responsable de todos, JUNTOS.

Tenemos que preguntarnos cómo hemos llegado a crear una sociedad en  la que  cada día personas pierden el sentido de su propia existencia; sin embargo, estamos seguros  de que este asunto solo puede ser abordado de manera conjunta, sin diferencias ideológicas o de cualquier otra índole, y enmarcando la acción y los recursos dentro de un PLAN NACIONAL de prevención del suicidio que esté coordinado con las diferentes comunidades (ya que las competencias en materia de salud, en el ámbito social y en la educación están delegadas). Un Plan que intervenga en los diferentes estamentos, individual, familiar, comunitario, social, educativo y sanitario, que haga seguimiento personalizado de las personas vulnerables, afectados y familiares y que, por supuesto,  se realice manteniendo una coordinación efectiva de recursos en el ámbito nacional.

Para eso estamos aquí hoy, para reclamar unanimidad en la comprensión de este serio problema de Salud pública, y para pedir co-responsabilidad, rigor, ética y compromiso en la acción para avanzar en una misma dirección, priorizando el cuidado y el bienestar de tantas personas que sufren en nuestro país.

Para ello:

Exigimos un Plan Nacional de Prevención del Suicidio que genere un marco para la creación de planes autonómicos y dotación presupuestaria suficiente para su puesta en marcha y ejecución. Es urgente y muy necesario.

En este plan, pedimos:

. Una mejora real de la Atención Primaria. Los y las profesionales de Atención Primaria son nuestros referentes más cercanos en la atención y seguimiento de los procesos de Salud-enfermedad que nos afectan a lo largo de la vida y es, por tanto, un espacio de atención clave para en la prevención, detección y postvención del Suicidio.

. Necesitamos que se atienda y se cuide especialmente la calidad de los servicios de Salud Mental, dotándolos de recursos humanos y económicos suficientes, y revisando en profundidad un sistema de atención que no funciona, porque falta tiempo, falta continuidad y faltan profesionales especialmente formados.

. Pedimos implantar un modelo de atención comunitaria promoviendo un abordaje integrado desde los diferentes servicios y niveles de atención ofreciendo una respuesta sanitaria, social, educativa, laboral y judicial que ponga el foco en el cuidado de la salud emocional de las personas, de las familias y de la sociedad en su conjunto.

. Es prioritario desarrollar Planes de formación para profesionales de todos los ámbitos implicados en a la atención a personas vulnerables, cambiando los planes de estudio e incorporando la prevención del suicidio a los planes curriculares y desarrollando protocolos de intervención comunes para los profesionales implicados.

. Es fundamental conocer y comprender la conducta suicida. Necesitamos investigadores e investigaciones que ofrezcan información rigurosa y actualizada a nuestro momento histórico y social y que permitan desarrollar modelos de intervención plurales, específicos y realmente eficaces.

. Necesitamos sensibilizar y mejorar la información a la población general a través de campañas de concienciación promovidas por instituciones públicas, medios de comunicación y entidades sociales. Urge que se implementen campañas nacionales que aminoren el estigma social que acompaña a la enfermedad mental y campañas con impacto centradas en la prevención.

. Pedimos una mejora sustancial en los estudios estadísticos del Instituto Nacional de Estadística, hoy con respuestas de datos muy demoradas en el tiempo. Tardamos 2 años en tener datos que pueden permitir hacer planes de intervención más ajustados a la realidad individual y colectiva que estamos viviendo.

. Pedimos colaboración directa con los Institutos de Medicina Legal y Ciencias Forenses que poseen datos fiables y actualizados en el momento, y que pueden desarrollar autopsias psicológicas que nos permitan comprender mejor la conducta suicida.

. Solicitamos que se supervise a los medios de comunicación con el fin de que adopten prácticas de comunicación responsables en la información sobre el suicido, extendiendo esta supervisión al uso de las tecnologías de la información y redes sociales donde urge elaborar un plan de actuación en Redes para la detección temprana de riesgo de los más jóvenes y para desarrollar medidas de intervención y ayuda adaptadas a estas edades y a los medios con los que se comunican. Hoy el suicidio ya es la primera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años en nuestro país.

. Y necesitamos un mayor apoyo y escucha a las organizaciones dedicadas a la prevención y a aquellas que acompañan a las personas y sus familias. Asociaciones que trabajamos por nuestro propio autocuidado y el cuidado de la salud emocional de las personas; y Asociaciones de afectados y de supervivientes, de personas que han perdido a un ser querido que ha muerto por suicidio, cada vez más presentes y más necesarias  en nuestro país.

Cada suicidio no se queda en una persona, o en una familia; cada suicidio nos toca a todos porque tiene también causas y consecuencias sociales. Es una tarea comunitaria trabajar JUNTOS y JUNTAS de manera responsable y coordinada para que esta realidad se haga visible, para que se atienda a quien sufre de manera respetuosa, cercana y efectiva. Solo así podremos seguir avanzando en la comprensión y en la prevención del suicidio. Solo así podremos construir un mundo más humano, más solidario, un mundo en el que merezca la pena vivir.

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